‘Ojos de Agua’, o eficaz sencillez con superfluos añadidos
Precedido de un grandísimo éxito por toda España, llegó por fin a Galicia –dada la ya lejana fecha del estreno, la verdad ya era hora…- para clausurar el FIOT de Carballo Ojos de Agua, el monólogo sobre la figura de Celestina que ha escrito Álvaro Tato –de la factoría Ron Lalá- y que interpreta la incombustible Charo López.
Lo primero que llama la atención de esta propuesta es que, aunque se anuncia como un monólogo, es más bien una obra de teatro total, que integra teatro de texto, poesía, música; y, sobre todo, el estilo inconfundible –e imprescindible- de Ron Lalá, que está bien presente a pesar de que en esta ocasión –al menos a nivel publicitario- se haya querido dejar el protagonismo a la actriz.
Al empezar la función, un personaje desciende por las escaleras de la platea hacia el escenario, narrando en verso cómo las grandes trotaconventos y celestinas de la literatura universal se dieron cita en el hipotético velatorio de Celestina. Tras este prólogo –que no deja de tener su gracia por original-, el telón se alza para mostrar el patio de un convento en el que reposa una Celestina que fue acogida por las monjas, llegando malherida después del supuesto ataque de los criados en la obra de Fernando de Rojas en el que se dio por muerta –pero, de acuerdo a esta narración, no murió-. En su última noche en el convento antes de partir –quién sabe si hacia el más allá-, Celestina se decide a contar su historia a las hermanas. Junto a ella, el fantasma de Pármeno hace las veces de servidor de escena, y corta las escenas con canciones que llevan el sello indiscutible de Ron Lalá. En este ambiente, Celestina evoca una reflexión –sobre el pasado pero con toda la sabiduría adquirida del presente- sobre su oficio como reparadora de virgos, madame, arreglista de citas y tantos otros trabajos que hizo en su tiempo y sobre cómo ha evolucionado el concepto de ‘amor’ con los siglos y los años; al tiempo que ultima el manuscrito con su historia –el manuscrito de La Celestina, claro- que dejará a las monjas del convento como testamento último y legado.
Hay que reconocer que la idea del texto que firma Álvaro Tato –tomando prestados muchos fragmentos de la obra de Fernando de Rojas- tiene sin duda cierto encanto, está bien planteada y encuentra momentos de complicidad indudable entre público y escena. El personaje está bien desarrollado, la idea tiene su gracia y la propuesta ha sabido no quedarse en un mero recitado de pasajes de La Celestina para conseguir –lo consigue- ir un paso más allá. Incluso ese prólogo está bien planteado, engancha y encaja; y se cuenta con una actriz bregada en mil batallas para sacar adelante la cosa con mil garantías. Y, sin embargo… creo que el espíritu Ronlalero pesa a esta propuesta como una losa: porque así como la figura del prólogo está muy bien traída, la figura de ese Pármeno que interrumpe –y, digo bien, a mi juicio interrumpe- el discurso de Celestina con canciones no solo no ayuda, sino que entorpece el resultado final de una función de apenas 70 minutos. ¿Qué aportan realmente esas canciones en un espectáculo breve que no requiere cambios escénicos? ¿Por prolongarlo? ¿Para conceder respiro a la actriz? ¿O simplemente para que no se nos olvide que esto es, después de todo, un espectáculo de Ron Lalá? Sinceramente, creo que por una vez, los Ron Lalá hubieran ganado simplificando las cosas, y dejando esta propuesta como un espectáculo fundamentalmente de texto y de cámara, porque las canciones en mi opinión entorpecen tanto la continuidad como el concepto en sí mismo.
Dicho lo cual, hay que señalar que Yayo Cáceres –que además de director, es autor de las canciones que bien podría haberse ahorrado- ha sabido diseñar una función sencilla y limpia en la puesta en escena -con eficacísima escenografía de Carolina González, tan simple como funcional; y bien iluminada por Miguel Ángel Camacho- sin estridencias y focalizando la propuesta en el trabajo de la actriz… Salvo cuando ‘detiene’ el espectáculo para colocar al cantante en primer término mientras Celestina mira como esperando el permiso para continuar. La inclusión de una guitarra en directo podría haber dado sin embargo más juego del que aquí da, porque debería haberse usado para evocar músicas de la época –y solo se emplea cuando han de integrarse las canciones en el discurso-.
Y queda, por último, Charo López que sabe ir creciendo en su fresca y sincera interpretación tal y como crece el personaje; para acabar regalando algunos instantes de genuina emoción, que corresponden mucho más a las evocaciones poéticas que a los influjos tragicómicos del texto. Tiene la presencia y la prestancia del personaje, e incluso el peso de la mujer de que vivido todo lo que tenía que vivir; pero siento que tarda un tiempo en integrarse en la mecánica de la propuesta: ahora bien, una vez que encuentra el punto, está claro que han dado con la actriz idónea y necesaria para levantar este espectáculo, de la misma manera que está claro que López consigue transmitir emoción genuina por momentos, aunque no rinda igual de bien durante todo el espectáculo: curiosamente está mejor en los fragmentos originales que cuando ha de leer partes de la obra de Fernando de Rojas. En otro orden de cosas, Fran García sabe arrancar el espectáculo con gracia –en ese prólogo-, y luego se limita a hacer lo que se le pide: hace lo que tiene que hacer; pero termina resultando casi como un parche en el conjunto del espectáculo… y, eso sí, el Planto de Pleberio que le endosan al final –¿por qué no dejarlo en manos de López, cuando cosas más raras se han visto?- le queda más bien grande. Antonio Trapote acompaña adecuadamente desde la guitarra.
A fin de cuentas, un espectáculo interesante en el planteamiento, con una actriz que sabe servir a la propuesta y un acabado que –por querer hacer de algo sencillo algo más complejo de lo que realmente debería ser- no termina de cuajar. A veces en la sencillez está el gusto; y siento que aquí las canciones –tan ‘factoría Ron Lalá’ en el sentido de que todo tiene que rimar con todo, ya saben…- no solo no suman, sino que restan: sin ellas, puede que tal vez el espectáculo no resultase tan Ronlalero; pero sin duda crecería y ganaría como producto.
H. A.
Nota: 3/5
“Ojos de Agua”, de Álvaro Tato, sobre La Celestina de Fernando de Rojas. Con: Charo López, Fran García y Antonio Trapote. Dirección: Yayo Cáceres. RON LALÁ / GALO FILM / EMILIA YAGÜE PRODUCCIONES / SEDA
Festival Internacional Outono de Teatro de Carballo. Pazo da Cultura, 31 de Octubre de 2015
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